[Victor J. Sanz, Rebelión]
Finalmente, se ha salido con la suya. Telefónica ha conseguido que el ministerio de Trabajo autorice el expediente de regulación de empleo (ERE) [1], que afectará a unos 6.500 empleados.
La compañía registró en 2010 unos beneficios récord de 10.167 millones de euros, un 30% mayores que en 2009. El premio, la comisión, el salario variable para 6.500 de sus trabajadores es… un ERE.
A pesar de todo, la difusión de la noticia en los distintos medios se ha enfocado exclusivamente desde el punto de vista de la empresa.
El País titula: “El ERE le costará a Telefónica 2.700 millones de euros" [2], la entradilla explica: “El ajuste de plantilla -6.500 empleados- supondrá una caída importante de beneficios, aunque mantendrá el dividendo”.
El ABC, titula igual que El País, y añade: “La compañía tendrá que asumir el pago de unos 415.000 euros de media por cada uno de los 6.500 trabajadores afectados" [3]. Dicho así pareciera que cada empleado recibirá a modo de indemnización la cantidad de 415.000 euros. Pero en realidad lo que percibirán será un 68% de sus ingresos actuales hasta los 61 años y de ahí hasta los 65 un 34% de ese salario.
Es decir, que al hecho de ahorrarse primero un 32% del importe de esos salarios y posteriormente un 66%, se refiere la prensa como “gastos”, “carga”, “pago”, “asumir”, “disminución del beneficio”… Estoy seguro de que a todos los 6.500 empleados les gustaría tener un “gasto adicional” consistente en un aumento de sueldo de primero un 32% y después de un 66%.
Algunos medios se prestan a dar otra vuelta de tuerca en este asunto y publican el anuncio de Telefónica de la “creación” de un 7% de los empleos que ahora destruye. Se puede pensar que Telefónica podía haber optado por despedir a un 7% menos de los que va a despedir, pero hay que recordar que es mucho más beneficioso para la empresa disponer de personal mucho más joven al que pueden imponer unas condiciones salariales y contractuales mucho más ajustadas a la escasa moral que demuestra esta compañía.
El simple hecho de que la compañía reconozca que puede asumir el coste de los despidos sin grandes problemas y que todo su afán se centre en asegurar un determinado rendimiento en dividendos a sus accionistas, pone directamente en conexión al inversor con el despedido, al beneficiado con el perjudicado. Esta es una vía muy interesante para explorar qué es capaz de llegar a hacerle el ser humano a su vecino, a su familiar, a su amigo… por 75 céntimos de euros, y sobre todo, qué es capaz de hacerle una sociedad a sus integrantes, desde provocar que se maten por unos céntimos hasta incluso convertirles en un ente paradójico que aúne en una sola persona el 68% del salario que cobraba antes como empleado de Telefónica y 75 céntimos por acción, en el caso del empleado/accionista.
Puede que solo sean impresiones mías, pero creo que al final va a resultar que el empleo, como la energía, no se crea ni se destruye, solo se transforma… en beneficio para las empresas.
Blog del autor: http://impresionesmias.com/2011/07/16/telefonica-verguenza-consumada/
Finalmente, se ha salido con la suya. Telefónica ha conseguido que el ministerio de Trabajo autorice el expediente de regulación de empleo (ERE) [1], que afectará a unos 6.500 empleados.
La compañía registró en 2010 unos beneficios récord de 10.167 millones de euros, un 30% mayores que en 2009. El premio, la comisión, el salario variable para 6.500 de sus trabajadores es… un ERE.
A pesar de todo, la difusión de la noticia en los distintos medios se ha enfocado exclusivamente desde el punto de vista de la empresa.
El País titula: “El ERE le costará a Telefónica 2.700 millones de euros" [2], la entradilla explica: “El ajuste de plantilla -6.500 empleados- supondrá una caída importante de beneficios, aunque mantendrá el dividendo”.
El ABC, titula igual que El País, y añade: “La compañía tendrá que asumir el pago de unos 415.000 euros de media por cada uno de los 6.500 trabajadores afectados" [3]. Dicho así pareciera que cada empleado recibirá a modo de indemnización la cantidad de 415.000 euros. Pero en realidad lo que percibirán será un 68% de sus ingresos actuales hasta los 61 años y de ahí hasta los 65 un 34% de ese salario.
Es decir, que al hecho de ahorrarse primero un 32% del importe de esos salarios y posteriormente un 66%, se refiere la prensa como “gastos”, “carga”, “pago”, “asumir”, “disminución del beneficio”… Estoy seguro de que a todos los 6.500 empleados les gustaría tener un “gasto adicional” consistente en un aumento de sueldo de primero un 32% y después de un 66%.
Algunos medios se prestan a dar otra vuelta de tuerca en este asunto y publican el anuncio de Telefónica de la “creación” de un 7% de los empleos que ahora destruye. Se puede pensar que Telefónica podía haber optado por despedir a un 7% menos de los que va a despedir, pero hay que recordar que es mucho más beneficioso para la empresa disponer de personal mucho más joven al que pueden imponer unas condiciones salariales y contractuales mucho más ajustadas a la escasa moral que demuestra esta compañía.
El simple hecho de que la compañía reconozca que puede asumir el coste de los despidos sin grandes problemas y que todo su afán se centre en asegurar un determinado rendimiento en dividendos a sus accionistas, pone directamente en conexión al inversor con el despedido, al beneficiado con el perjudicado. Esta es una vía muy interesante para explorar qué es capaz de llegar a hacerle el ser humano a su vecino, a su familiar, a su amigo… por 75 céntimos de euros, y sobre todo, qué es capaz de hacerle una sociedad a sus integrantes, desde provocar que se maten por unos céntimos hasta incluso convertirles en un ente paradójico que aúne en una sola persona el 68% del salario que cobraba antes como empleado de Telefónica y 75 céntimos por acción, en el caso del empleado/accionista.
Puede que solo sean impresiones mías, pero creo que al final va a resultar que el empleo, como la energía, no se crea ni se destruye, solo se transforma… en beneficio para las empresas.
Blog del autor: http://impresionesmias.com/2011/07/16/telefonica-verguenza-consumada/
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